"Cada ser vivo, la Tierra y el Universo proviene de un acto de
creación de un ser supremo".
Esta es, básicamente, la premisa mantenida por aquellos que
se reconocen como creacionistas. Pero claro, este argumento teleológico frente
a las explicaciones científicas sobre el origen de la vida y el universo
afortunadamente no han tenido éxito.
Sin embargo, el creacionismo y sus promotores no han desistido en su
intento por legitimarse, al menos, como alternativa para explicar el origen de
la vida, para lo cual han presentado una nueva versión del creacionismo llamado diseño inteligente. Esta nueva versión más
“sofisticada”, trata de buscar la respetabilidad intelectual que el
creacionismo clásico no ha sido capaz de obtener, para lo cual se han
rodeado de un elenco de “científicos” anti-evolucionistas que han
propuesto las “teorías” más peregrinas, absurdas y ridículas en su intento de
invalidar las evidencias del proceso evolutivo y la selección natural.
En este empeño de difundir argumentos pseudocientíficos, los creacionistas han recurrido incluso a la producción de varios
documentales con la fórmula comercial de Trilogía del diseño inteligente. que llevan por título: Claves del misterio de la vida (2002), El planeta privilegiado (2004) y El Dilema de Darwin (2009).
La trilogía que se vende como ciencia |
Estos documentales realizados por la productora
norteamericana Illustra Media –al
abrigo de la institución Discovery Institute , de ideología ultraconservadora
y explícitamente cristiana- no tiene reparos en admitir en su web la dedicación
exclusiva en demostrar las evidencias del diseño inteligente a través del
género documental.
La primera impresión que
algunos espectadores pueden llevarse tras el visionado de estos documentales,
es la verosimilitud de lo que se cuenta y el aparente tratamiento científico en
la exposición de sus argumentos. Pero en realidad ¿que
se cuece detrás de sus imágenes? ¿Qué cuentan estos documentales?
Antes de dar respuesta a éstas y otras preguntas, es
conveniente atender a la propuesta de documental
científico -según los autores León, Giménez y López recogido en el libro Ciencia para la televisión. El documental
científico y sus claves -cuyas producciones deben cumplir tres aspectos esenciales:
- Tratar sobre un asunto centrado en resultados de investigación científica, hechos o conocimientos relacionados directamente con alguna disciplina científica o argumentación basada en conocimientos científicos, incluyendo las ciencias naturales, aplicadas y sociales;
- Mostrar explícitamente (en la imagen, la narración o los títulos de crédito) que han contado con la colaboración o el aval de expertos o instituciones científicas, que han participado como fuentes de información o asesores de contenido
- Sus estructuras narrativas y sus herramientas visuales están destinadas a la comprensión, interés, concienciación, formación de criterio y entretenimiento del público.
Vaya por delante que para escribir este nuevo post he tenido
que sufrir del visionado de estos tres
documentales. Quién desee verlos puede encontrarlos fácilmente por internet. Yo me he abstenido de insertalos en este blog.
¿Es ciencia lo que
nos cuenta?
Esta trilogía se limita a recrear,
haciendo uso del clásico modelo de documental expositivo alternando una voz en
off anónima con entrevistas, las ya conocidas argumentaciones del diseño
inteligente como alternativa a la
teoría evolucionista.
Desde una supuesta perspectiva biológica,
Claves del misterio de la vida
(2002), nos presenta la teoría evolucionista de Darwin como incompleta y
limitada para dar explicación a la complejidad y diversidad de la vida. Los
autores del documental quedan anclados en el siglo XIX y obvian centenares de
estudios posteriores entorno a la teoría evolucionista, además de la teoría de
síntesis evolutiva moderna - llamada así porque sintetiza o reúne datos
procedentes de todas las ciencias biológicas -. También se rechaza de plano la
evolución química que propuso Oparin ignorando igualmente estudios y avances
posteriores entorno a dicha teoría. Así pues, el discurso queda
deliberadamente “preparado”
para introducir los argumentos antievolucionistas que en este documental gira
entorno a la complejidad irreductible
y la complejidad específica, y que
vienen a decir básicamente que la complejidad de ciertas estructuras o procesos
en la naturaleza así como cierta información muy especifica, solamente pueden
ser producto de un agente inteligente.
¿Quién se atreve a quitarle la razón a Charles Darwin? |
Éstas razones han sido refutadas en numerosas ocasiones por la
comunidad científica internacional
valoradas como un punto de vista no científico, cuyos postulados de donde parten estas deducciones son irracionales,
dogmáticos, y no se produce un estudio crítico para contrastarlos a través de
sus consecuencias con la realidad.
Hagamos un alto en el camino para ver que es eso de la complejidad irreducible y como desmontar un concepto pseudo científico.
Con El planeta privilegiado (2004), el segundo documental de esta
trilogía, las argumentaciones entorno al diseño resultan aparentemente más
atractivas, en la medida que la ciencia astronómica toca la fibra sensible de
lo que somos, de nuestro origen y de nuestro destino,
sin embargo no debemos llevarnos a engaño. El documental se remonta
primero a la teoría heliocéntrica
de Copérnico, ni más ni menos – que sacó la
Tierra del centro del universo para situar al Sol- para posteriormente atacar y
menospreciar su reformulación
moderna conocida como Principio de Mediocridad –no existe nada intrínsecamente especial acerca de la Tierra-. Y
todo ello con el único objetivo de retroceder a un pasado pre-científico, de resituar al hombre de nuevo en el
centro del Universo o al menos en un lugar privilegiado donde florece vida
compleja y permite observar lo que está más allá de nosotros, para lo cual hace
falta la presencia de un diseñador inteligente que asegure estas condiciones. Este argumento creacionista -de concepción antropocéntrica y teísta – conocido con el nombre de universo bien afinado se justifica
mediante una serie de razones astronómicas ( ¿o habría que decir astrológicas?)
diseminadas a lo largo del metraje
.
Nuevamente este documental muestra, manipula e ignora lo que interesa para
hacer encajar esta argumentación del diseño inteligente más propia de
concepciones filosóficas y religiosas previas a la revolución científica. No hay ni rastro de argumentos que
discutan está idea del universo bien afinado, como el referido al multiverso originada
a través de la teoría M - supuesta existencia de universos paralelos que se
diferenciarían sólo por diferenciales de cualquier magnitud del universo, dando
a entender que este universo es tan probable como cualquier otro de la
infinidad que existen – .
En definitiva, la comunidad científica alega que este
argumento creacionista es esencialmente tautológico y no puede comprobarse por
el método científico, por lo que solo puede ser base de especulaciones.
El
dilema de Darwin (2009),
documental que cierra la trilogía,
disfraza su argumentario bajo
la disciplina paleontológica. De nuevo un discurso anclado en el siglo
XIX rescata mediante diversas citas el misterio que fue para Darwin el
estallido de la vida en la época Cámbrica. Se incide en esta cuestión afirmando
la inexistencia de registro fósil anterior a la era Cámbrica como paso gradual
que confirmaría así la teoría de la evolución predicha por Darwin. Expuesto
este supuesto vacío argumental de
la ciencia entorno a la explosión Cámbrica, el documental aprovecha para invalidar la teoría evolucionista justificado por la nula aparición de fósiles precámbricos y la
inexistencia de fósiles transicionales.
Sin embargo, olvidan los autores del documental, me temo que
deliberadamente, que ya existen
evidencia de fosiles precámbricos – organismos ediacaricos-, la aparición de
fósiles transicionales como el Tiktaalik y Archaeopteryx, y
microfósiles antes no observables por los limites de la tecnología.
Además se ignoran estudios muy esclarecedores entorno a este tema del
prestigioso científico J.
W. Schopf.
¿Quién lo cuenta?
Estas tres producciones que conforma la trilogía, en su esfuerzo para
legitimar como científico las ideas creacionistas ,realiza una serie de
entrevistas a personas científicamente calificadas. Sin embargo, solo contiene cuatro nombres de alguna
relevancia: Michael Behe, William Dembski, Jonathan Wells y Simon Conway Morris
-volveremos a él más adelante-. De éstos, Morris y Behe pueden reivindicar ser considerados
científicos de cierta entidad. Behe ha publicado artículos legítimos en
áreas importantes de bioquímica, como por ejemplo estudios sobre la
hemoglobina falciforme[1], la estructura del DNA[2] y el plegamiento de proteínas[3],
todos ellos sin relación con el diseño inteligente . Dembski no ha publicado
nada en revistas científicas arbitradas. Wells ha publicado [4] en muy pocas, y aunque una de
ellas es una revista importante no tiene una relevancia evidente para sus
creencias creacionistas. No obstante, ha conseguido publicar un artículo
creacionista en una revista arbitrada[5],
aunque se ha de tener en cuenta que no todas las revistas
arbitradas siguen los mismos estándares de arbitraje.
De izquierda a derecha: Michael Behe, William Dembski y Jonathan Wells |
Otros supuestos científicos entrevistados en esta trilogía como Paul Nelson,
Stephen C. Meyer, Guillermo Gonzalez y Jay Richards,
sus publicaciones no van
más allá de las propias instituciones afines al Diseño Inteligente con una
ausencia total de publicaciones en revistas netamente científicas.
De izquierda a derecha: Paul Nelson, Stephen C. Meyer, Guillermo Gonzalez y Jay Richards |
Con todos estos precedentes, el nombre de estos científicos que aparecen
en pantalla bajo el epígrafe de “scientific consultants” (asesores científicos), en las
películas Claves del misterio de la vida
(2002) y El planeta privilegiado
(2004), no tienen el aval suficiente y cualificación científica necesaria para
garantizar una información rigurosa basada en investigaciones científicas. Existe además una perdida
gradual y muy gráfica del marchamo científico que es visible incluso en lo
títulos de crédito finales.
Claves del misterio de la vida. Títulos de crédito finales |
El planeta privilegiado. Títulos de crédito ahora sin las siglas "Dr." |
El dilema de Darwin. Títulos de crédito finales sin rastro de científicos |
Si en la segunda entrega,
El planeta privilegiado (2004) las siglas "Dr." que acompañaban a los nombres
bajo el epigrafe “scientific consultants” han desaparecido. En la última
entrega, El dilema de Darwin (2009),
además de las inexistentes siglas el epígrafe “scientific consultants” es
sustituido ahora por el renovado
epigrafe “script consultans” que viene a significar algo así como asesores de
guión. Bajo el nuevo
epígrafe "script consultants" de
esta última entrega, aparecen además
de Paul Nelson y Stephen
Meyer ,a los cuales ya hemos hecho referencia con anterioridad, dos nuevos nombres, Jonathan Witt y
David F. Coppedge, “científicos”
con publicaciones únicamente acreditadas en la propias instituciones afines al diseño inteligente.
Más creacionistas: Jonathan Witt y David F. Coppedge |
Sin embargo, entre los entrevistados sorprende ver a
un importante paleontólogo
británico, Simon Conway Morris, profesor en el departamento de Ciencias de la
Tierra de la Universidad de Cambridge, con numerosas publicaciones
científicas arbitradas y descriptor
de muchos de los fósiles de Burgess Shale. Sorprendentemente sus intervenciones
defiende el argumento de un diseñador
inteligente. A pesar de las credenciales de Morris como importante investigador, en el documental se le presenta de forma confusa y ambivalente como "author / Life´s solution" y más adelante "author /Crucible of creation", ni rastro de su condición de científico o profesor.
Asimismo esta trilogía no incluye en sus títulos de créditos
finales el epígrafe “researchers” (investigadores), bajo los que se sitúan generalmente científicos especialistas o con investigaciones en curso, como si aparecen en la
práctica totalidad de los documentales con un carácter verdaderamente
científico.
A todo lo anterior hay que sumarle instituciones que han
colaborado o participado como fuentes de información. Primero están aquellas que han facilitado
imágenes fotográficas y secuencias filmadas (footage) en las que se
entremezclan webs de archivos fotográficos (Art Resoruce, Istockphoto, Artsbeats digital film library ),
instituciones afines al diseño inteligente (Foundation for Thought andEthics), la desconocida Cells
Alive (¿?), instituciones de reconocimiento científico como la NASA, SETI, European Space Agency etc. Por
otra parte están aquellas a las que los productores agradecen su colaboración,
por supuesto Discovery Institute y
Universidades como Washington, Macquiarie y Cambrige, entre otras. Es difícil demostrar con
el simple visionado de los documentales y su aparición en los títulos de
crédito en que grado se han implicado estas Universidades, aunque sospecho que
en el caso de la Universidad de Cambrige –vinculada al profesor Morris
entrevistado en El dilema de Darwin- sus autores se han tomado ciertas licencias que como
veremos posteriormente llega incluso a la manipulación.
Otras
instituciones ligadas
directamente a los nombres de los entrevistados son, Baylor University , Leigh University , Biola University , Messiah College y Whitworth College. Todas ellas de carácter
privado, de ideología conservadora y confesionalidad cristiana -afiliada a la iglesia Presbiteriana en el caso de
Whitworth College- y con relaciones en mayor o menor medida con Discovery
Institute.
Hasta ahora hemos visto que, tanto el aval de expertos e
instituciones científicas, como los hechos y argumentos expuestos en cada uno de
los documentales dejan mucho que desear en cuanto a rigurosidad científica. A
estas alturas podríamos confirmar el perfil inequívocamente pseudocientífico
que presenta esta trílogia. Sin embargo, no queremos dar por terminado este
post sin al menos apuntar brevemente algunas de las estrategias narrativas
utilizadas para acercar y confundir al espectador con estos argumentos
disfrazados de ciencia.
¿Cómo lo cuentan?
Ya comentamos que
esta trilogía sigue el modelo de documental expositivo, alternando comentarios en off anónimo con entrevistas ante la cámara, incluyendo
asimismo imágenes generadas por
ordenador. Una puesta en escena que cumple con los modos narrativos y visuales
más prototípicos del actual documental científico.
A pesar de todo,
este aspecto formal no puede disimular la absoluta falta de rigurosidad científica de aquello que
nos cuenta, aun cuando sus autores han aprovechado al máximo las posibilidades
del medio audiovisual para difundir su discurso con la intención de
hacerlo no ya entretenido sino verosímil. Otra cosa es que lo hayan conseguido.
Cada uno de los tres documentales se sustenta en un hilo conductor común, sencillo y de fácil asimilación
para el espectador; “la ciencia no tiene respuesta para todos los hechos
producidos en la naturaleza, el designio inteligente es la explicación”.
Un tramposo punto de
partida a modo de leit motiv, que omite y manipula información científica
relevante con el único fin de transmitir el argumentario
creacionista. Para el encaje de
este falso argumento en las estructuras
narrativas establecidas, se valen por
ejemplo, de herramientas visuales como los intertítulos o citas referidas a científicos históricos. Éstas citas, previamente descontextualizadas y reformuladas, funcionan como catalizador para la introducción de las
explicaciones teleológicas, abriendo nuevos frentes -ficticios por supuesto - en contra de la teoría
evolucionista.
Capturas del documental Claves del misterio de la vida donde se muestra un ejemplo de citas referidas a Darwin. |
Capturas del documental El planeta privilegiado mostrando algunas de las citas referidas a científicos históricos en el campo de la astronomía. |
También se encuentra en la trilogía puntos de vista no ya
puramente subjetivos sino incluso místicos, más propios del ámbito religioso.
Me refiero con esto al momento en que algunos de los entrevistados, Michael
Behe en Claves del misterio de la vida y Guillermo González en El planeta
privilegiado, relatan, acompañado
por una un música sinfónica y muy
efectista, su conversión al diseño inteligente. Una epifanía particular ante
hechos asombrosos y peculiares – el rotor del flagelo bacteriano para Behe y el
eclipse de Sol para González- que la ciencia, según ellos, no ha encontrado
respuesta pero sin embargo no tienen dudas de su designio inteligente. Este es
el mejor ejemplo de lo que se conoce como Falacianon sequitur: “ no puedo comprender estos hechos asombrosos y peculiares,
por lo que tuvo ser obra de un ser supremo”. Obviamente, éste no es un
razonamiento correcto. Que no comprendamos un proceso no demuestra que sea
creado por una inteligencia superior.
Las imágenes generadas por ordenador es la mejor aliada para
estos documentales. Se convierte
en la mejor herramienta para presentar aspectos creacionistas de una forma
atractiva, entretenida y con un cariz divulgativo propio de verdaderos documentales científicos.
Sus autores no dudan en hacer uso de estos recursos visuales con el supuesto fin de aclarar conceptos como la complejidad irreductible y el universo bien afinado. Para ello se acude
a la analogía visual apoyada de una narración en off. Se compara el flagelo bacteriano y su supuesta complejidad
irrediductible con una trampa de ratón, las constantes del universo con un
superordenador cósmico o el ensamblaje de las piezas del flagelo bacteriano con el plano de una casa. Analogías en principio inocentes pero que en última instancia no pretende
explicar o facilitar la comprensión de concepto alguno sino transmitir una idea
claramente creacionista:
"del mismo modo que hay inteligencia detrás de cualquier logro que la industria humana ha producido, detrás de estructuras complejas como la célula y el átomo, tienen que haber sido igualmente diseñados y producidos por alguien de una forma deliberada, es decir un diseñador inteligente".
En el empeño de dar
verosimilitud a esta trilogía, el último documental, El dilema de Darwin, presenta una cuidada producción y una factura estética muy por encima de las
dos anteriores producciones. Sin embargo, éstas mejoras paradójicamente le juega
una mala pasada a los autores del documental, delatando lo artificial y
ficticio de la puesta en escena. A que me refiero con esto. Si nos fijamos en
las dos imágenes capturadas del documental, éstas denotan un aire academicista y culto que viene dado por un entorno de grandes librerías y
pupitres de aire victoriano en una, y lo que parece un museo natural en la otra, y donde se situan a los entrevistados – Stephen C. Meyer y Paul Nelson-. Sin embargo, estas imágenes de fondo presentan una
textura y falta de perspectiva algo extrañas. Asimismo, sobre el pelo y hombros de los entrevistados existe un reflejo de luz morado que que nos lleva a pensar inevitablemente que se esta haciendo uso de
la técnica audiovisual del Croma Key. Con estos detalles el montaje salta a la vista y el descaro a la hora
de situar a dos creacionista- Meyer de Discovery Institute y Nelson de Baylor University- en un
entorno simulado que no les corresponde y relacionado muy probablemente a la Universidad de Crambige (además así lo enuncia en los títulos de credito finales) roza la
manipulación. A mi entender parece que esta última entrega de la trilogía
redunda en el estereotipo científico (uso del microscopio por parte del científico, trabajos de campo, gráficos y esquemas explicativos, etc...) con la intención de construir un documental más verosímil que los
anteriores aunque la rigurosidad cientifica sigue brillando por su
ausencia.
El creacionista Stephen C. Meyer mimetizado con la imagen croma |
El creacionista Paul Nelson reflejo del croma |
Para poner punto final a este interminable post os dejo el fragmento de una entrevista de Eduard Punset con Helena Cronin, filósofa de
la ciencia y experta en darwinismo de la London School of Economics. Mirad de que manera tan convincente, elegante, relajada y simple Helena Cronin contesta a la idea del diseño inteligente. Que desahogo y confortable es ver y escuchar este tipo de argumentos. Saludos y hasta la próxima.
[1] Behe y Englander, Behe, M.J. y Englander, W.S.: «Quantitative assessment of the noncovalent inhibition of sickle hemoglobin gelation by phenyl derivatives and other known agents», Biochemistry 1979; 18: 4196-4201.
[2] Luthman, K.
Y Behe, M.J.: «Sequence dependence of DNA structure. The B, Z, and A
conformations of polydeoxynucleotides containing repeating units of 6 to 16
base pairs», J Biol Chem 1988; 263: 15535-15539.
[3] Behe, M.J.;
Lattman, E.E. y Rose, G.D.: «The protein-folding problem: the native fold
determines packing, but does packing determine the native fold?», Proc Natl
Acad Sci USA 1991; 88: 4195-4199.
[4] Rowling,
B.A.; Wells, J.; Wu, M.; Gerhart, J.C.; Moon, R.T. y Larabell, C.A.:
«Microtubule-mediated transport of organelles and localization of b-catenin to
the future dorsal side of Xenopus eggs», Proc Natl Acad Sci USA 1997; 94:
1224-1229.
[5] Wells, J.:
«Do centrioles generate a polar ejection force?», Riv Biol 2005; 98: 71-86.
Referencias
- León, Bienvenido (coord.) (2012): Ciencia para la televisión. El documental científico y sus claves, Editorial UOC.
- Cornish-Bowden, Athel y Cárdenas, Maria Luz: La amenaza del creacionismo para la enseñanza racional de la biología, SEBBM Dossier Científico, 2007; 153.
- Claramonte Sanz, Vicente: Cómo ilustrar que el diseño inteligente no es Biología sino pseudociencia, eVOLUCIÓN 5(2): 43-54 (2010).
- Bunge, Mario (1997). ¿Qué son las pseudociencias?. Diario La nación. Argentina.Traducción de Jesús M. Villaro, del original de Mario Bunge “The Philosophy behind Pseudoscience,” Skeptical Inquirer, Julio/Agosto, 2006. Corrección de Rafael González del Solar.
- Molina , Eustoquio y Tamayo, Manuel: Argumentos y datos científicos interdisciplinares . Sobre las imperfecciones del diseño evolutivo, Interciencia, Sep 2007, vol. 32 nº 9
- Lacadena, Juan – Ramón: Creacionismo y diseño inteligente frente a evolucionismo en los Estados Unidos, Pliego, 2006, nº 2.512; 24-30
Te has salido
ResponderEliminarGracias. Pero lo miras con ojos de amigo,jajaja.
EliminarTe equivocas y conociendome sabes que no tengo reparo en decir que algo me gusta. Este post está más que bien documentado y argumentado.
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